Ítaca (y quienes nos fuimos)

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July 26, 2016 by Carlos Jovel

Cada tanto, y con mayor frecuencia cuando escribo sobre algún tema complicado de El Salvador, algunos amigos (y otros no tanto), me sugieren que retire mi puesto de la mesa de discusión. De acuerdo a su lógica, no estar invertido, viviendo, sufriendo el día a día en El Salvador me vuelve un outsider (“…como vos no vivís aquí…”), una especie de salvadoreño de segunda categoría. Los más duros, critican directamente que haya salido –o no haya regresado- al país. Ven virtud –y en cierto sentido la hay- en quedarse defendiendo las libertades que van quedando.

Cuando escucho estos reproches, pienso en los salvadoreños que hemos salido, a enfrentar, a vivir la distancia, el frío, el idioma, el acento, la incertidumbre, la ausencia de los seres queridos, y reafirmo nuestro puesto en la mesa; también suelo recordar el maravilloso poema “Ítaca” del griego Constantino Cavafis (1863-1933). Es el tiempo, sin duda, el que pone las cosas en su sitio.

Dejo acá la versión traducida por el chileno Miguel Castillo Didier, que la disfruten.

160726-El Zonte-El Salvador

Playa El Zonte, El Salvador. Foto CJ

ÍTACA

Cuando emprendas el regreso a Ítaca,
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, de conocimiento.
A los Lestrigones y los Cíclopes,
al irritado Poseidón, no les temas;
no hallarás tales cosas en tu camino
si tu pensamiento es elevado, si una sublime
emoción embarga tu espíritu y tu cuerpo.
A los Lestrigones y los Cíclopes,
al feroz Poseidón, no los encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si tu alma no los pone ante ti.

Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que lleno de placer y alegría
entres a puertos vistos por primera vez;
detente en los mercados fenicios
y adquiere hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano,
y toda clase de perfumes voluptuosos,
todos los perfumes voluptuosos que puedas;
visita muchas ciudades egipcias
para aprender más y más de los sabios.

Ten siempre en tu mente a Ítaca.
Tu meta es llegar allí.
Pero no apresures de ninguna manera el viaje.
Mejor que dure muchos años,
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que Ítaca te dé riquezas.

Ítaca te dio el hermoso viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Pero ya no tiene nada para darte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Tan sabio como has llegado a ser, con tanta experiencia,
ya habrás comprendido qué significan las Itacas.

 

3 thoughts on “Ítaca (y quienes nos fuimos)

  1. Ana Marina Munguia says:

    Soy tu mama, que te puedo decir más que me gustó. Agradecida con las enseñanzas que te de tu caminar. Y no des fallezca en tus talentos pero no olvides la humildad y sencillez

  2. […] Chile  pues –y los chilenos no lo saben- es más que un país. Chile es una idea. La idea de las posibilidades. La idea de que, un niño cualquiera de El Salvador(o Haití, Venezuela o Colombia, da lo mismo), llega vestido de adulto a perseguir sus sueños, crecer la familia, y que encuentras jefes, colegas, abogados, ingenieros, apoderados del colegio, recomendados, que se vuelven amigos y que conspiran inconsciente o conscientemente para que estos sueños –tus sueños- se cumplan.  Y cuando esto sucede y de manera sorpresiva, ese niño puede irse por donde vino, llevándose a esta idea, a estos amigos que es Chile en el corazón, con un agradecimiento infinito, la sensación de haber intentado hacerlo lo mejor que se pudo, la satisfacción del deber cumplido y esa mezcla de miedo y curiosidad por la siguiente aventura en el interminable regreso a Ítaca. […]

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