Todos contra el Neoliberalismo (o lo social es la base de todo)
Leave a commentJune 5, 2016 by Carlos Jovel
A mediados de los noventas, cuando estudié economía, América Latina se movía hacia lo que el mundo llamó –peyorativamente- neoliberalismo entendido como el “Consenso de Washington”, un conjunto de políticas públicas inspiradas en el pensamiento liberal que no eran más que promover el Estado de Derecho, la limitación del accionar del Estado (y por ende, las privatizaciones), los incentivos a la competencia, el libre comercio, la apertura al mundo globalizado y a la inversión extranjera, así como la responsabilidad fiscal del gobierno, entre otros.

Tomado del Sitio Taringa.net
En El Salvador de post-guerra, los comandantes bajaban de las montañas, se convertían en legisladores y promovían sus ideas abiertamente, y algunos como yo, lucíamos nuestras camisas del Che Guevara y Augusto César Sandino justo en los círculos académicos donde las políticas públicas neoliberales eran promovidas. Hacía menos de una década habían caído el Muro de Berlin, la Unión Soviética y cerca de casa, el Sandinismo en Nicaragua, mientras Cuba se abría al mundo y a los dólares a través del turismo luego de años de que esto fuese penalizado por la ley. ¿Cómo –en el corazón de las personas- podían competir un conjunto de políticas públicas reales y aplicables diseñadas por unos burócratas de corbata en Washington con el ideal socialista de justicia e igualdad para todos, promovido por unos muchachos idealistas de barba dispuestos a tomar las armas y morir torturados por sus ideas?
Es el 2016 y el término neoliberalismo tiene sin duda una connotación negativa. Basta una búsqueda en Google para entender las caricaturas asociadas a estas ideas. Con la misma ignorancia con que yo vestía camisetas neo-zurdas, muchos desde la comodidad del mundo libre ahora atacan al neoliberalismo. El mismo FMI en la edición de junio de su revista Finanzas y Desarrollo, luego de reconocer que el neoliberalismo ha rescatado millones de la pobreza, le hace una crítica general para luego acotarla a dos de las medidas asociadas a este (la austeridad y la libre movilidad de capitales), sin, como bien señala el prestigioso periódico británico Financial Times (ese maravilloso diario que uno lee luego de tirar a la basura al Wall Street Journal), medir las consecuencias para las millones de personas que son empobrecidas, torturadas y asesinadas desde Estados gobernados con dogmas socializantes.
Pocos se salvan de caer en la trampa. En El Salvador, un respetado analista de izquierda, reconoce que los problemas no fuesen problemas si creciésemos a mayores tasas, para luego criticar al neoliberalismo, que es precisamente el modelo de desarrollo que ha demostrado generar mayor crecimiento (quienes lo critican, lo hacen bajo la tesis de la desigualdad, arguyendo que amplifica la brecha entre ricos y pobres). Por fortuna, un ex ministro de hacienda de manera exhaustiva señala las falacias de esta lógica y le corrige la plana.
La realidad de la causa es que El Salvador es pobre, que hemos tenido otra década perdida y que no hemos sido capaces de entender el mundo que nos espera, ni sus implicancias. Tengo para mí que esto es así porque el debate ha sido meramente utilitario: despreciamos el sustento filosófico de los modelos de desarrollo. Acá radica también la debilidad de la oposición actual. Nadie parece querer entender que es inmoral que alguien dicte a punta de reglas y armas que otros seres humanos organizados puedan reclamar derechos sobre el producto de mi trabajo honrado (no importa si estos seres humanos son el Estado vía impuestos o la pandilla vía Renta) y que es desde esta robustez moral que surge la necesidad de limitar al poder, si no, ¿cuál es la diferencia de esto y una esclavitud fraccionada?
Mientras todo parece indicar que la civilización alcanza el punto de inflexión en que las nuevas tecnologías transformarán nuestras vidas vertiginosamente aún más (¿Me hubiese creído si hace 10 años le hubiese asegurado que usted podría comunicarse por video, con sus parientes en California desde su teléfono móvil, prácticamente gratis?), en El Salvador nos rehusamos a adoptar el modelo que libera el potencial del individuo y le devuelve sus derechos naturales: es esta la única apuesta viable a futuro. No es cierto que hubo 20 años de neoliberalismo: lo que si es cierto, es que estas ideas han tenido un bloqueo sistemático desde la izquierda radical, ayer como ahora, no entendieron el mundo que venía. También es cierto que en la misma dirección hubo un presidente que declaró que “lo social es la base de todo”, y que desde allí, ha sido todo en declive. Revise los datos. Saque sus conclusiones. Reclame su libertad. No se equivoque de nuevo.