Doce mas uno: anotaciones para un adolescente
Leave a commentFebruary 18, 2021 by Carlos Jovel
Se llegó el momento en el que inicias -a través de la adolescencia- la transición desde ser un niño -nuestro niño- a convertirte en hombre. Ojalá uno de bien. Con tu llegada -a tu tiempo, como las cosas buenas- me descubrí músculos que no imaginé, energías que no creía posibles. Gracias. Lo he dado -y seguiré dando- todo para que dediques tu vida a ser un niño feliz. Pienso que lo estás siendo. Estamos a mano.
Comienzas una nueva etapa, y encuentro pertinente hacerte algunas anotaciones que tal vez te parecen interesantes. Son solo eso, anotaciones. Tú decides con que te quedas.
Sobre la niñez: no renuncies jamás a los hábitos maravillosos que aprendiste: sigue sorprendiéndote, aborda los temas con sincera ingenuidad, pregunta y repregunta sin miedo, ríete sin pudor. Protege tu inocencia como uno de tus bienes más preciados, es ésta un aproximado muy fiel a tu consciencia, que a su vez determina tu autoestima.
Sobre la adolescencia: es un período transformacional, biológicamente complejo, que, como todo en la vida, pasa. Disfruta lo que corresponda, y asegúrate de calcular los riesgos: evita las gratificaciones instantáneas con potenciales consecuencias permanentes. No la cagues a lo grande, hay errores en esta etapa de los que es difícil salir. En simple: mantente lejos del alcohol y las drogas, de la pornografía, de la violencia y del sexo prematuro y sin afectividad.
Sobre Dios: pienso que existe y que nos ama. Has sido criado en una religión bonita. Ocupa las herramientas que tienes. No tengas pudor en cuestionarte algunas cosas inexplicables de nuestra Iglesia; es más fácil si lo haces con cariño y desde adentro.
Sobre los sentimientos: ten presente que la gran mayoría pueden ser temporales. El tiempo y la distancia se encargan de poner las cosas en su sitio, déjate aconsejar por ellos. Ten cuidado con los extremos. Aprende a construir y administrar tus sentimientos temprano en la vida, y a descubrir que los que valen la pena estarán allí toda la vida, porque tú así lo decides.
Sobre los errores: trátalos como grandes consejeros. Como inseparables compañeros de ruta que están y estarán allí siempre para recordarte tu propia humanidad. Está muy atento a tenerlos presentes. Si no los encuentras, es posible que no estés apuntando lo suficientemente lejos, que no estés tomando los riesgos que te corresponden, que no estás soñando en grande. Calcula los riesgos y avanza.
Sobre el perdón: perdona siempre y rápido; esto te aplica para cuando necesites tu propio perdón. Evita ponerte en situaciones en que necesites ser perdonado. Pero si te equivocas y hieres, pide perdón: sincero, con corazón contrito. Sé respetuoso y delicado con quienes necesiten tiempo y distancia para encontrar las fuerzas para perdonarte.
Sobre la familia y los amigos: tu mamá, tus hermanas y yo vamos a estar allí para ti siempre. Sin condiciones. Sin esperar nada a cambio. Este es un lugar seguro. Te amamos. Como amigos, busca personas con las que -como con la familia- puedas ser tú mismo, con tu inocencia, con tu nobleza, con tu lealtad, con tus defectos; mantén tu sentido del humor. Cultiva amistades genuinas, y se un amigo presente. Valora en tus amigos lo mismo.
Sobre el estudio: aléjate de la mirada utilitarista de la vida. Tus buenas notas valen poco si vienen desde un proceso obtuso y destructivo. Te puedes quedar sin gas en el camino. No es momento de hablar sobre qué vas a estudiar o en qué país. No participes de ningún rat race (ni hoy ni nunca). Cultiva el interés por saber y avanza hacia entender. Aprende a formular las preguntas pertinentes (usualmente “¿por qué?” es un buen inicio). Apuéstale a conocer genuinamente y descubrir la belleza evidente en las matemáticas, las ciencias, el arte: aprecia con admiración sus puntos de intersección, ¡hay cosas que pueden ser perfectas! Y no, no he sido un nerd (get your facts right).
Sobre el deporte: disfrútalo como lo que es, un juego. Me dices que te gusta el fútbol, que te siga gustando. Que no te nuble el juicio la trampa de la competencia, ni el ruido que instalan los adultos. Naciste en un país en el que somos malos para el fútbol (10 a 1, en España 82), 39 años de no ir a un mundial: ahora eres libre. Entrégalo todo con alegría mientras juegas, y disfruta el proceso de jugar, de intentar ser mejor, más allá del resultado. Éste llega si disfrutas. En esta, sé de lo que te estoy hablando.
Sobre soñar y aspirar a la excelencia: has conocido con normalidad a personas excepcionales, personas que están cambiando el mundo (o el espacio). Tienes cada día la opción con cada cosa que haces, de intentar hacerlas con excelencia. Hacer todo con cariño y excelencia demora casi el mismo tiempo que hacerlo mediocremente. Hazlo con excelencia.
Sobre ser un libre pensador: acostúmbrate a pensar por ti mismo, a descomponer cada problema en sus elementos primarios y reconstruir tu propia perspectiva de la realidad desde allí. Que nadie te diga como pensar: ni siquiera tus padres. Pierde el miedo -temprano en la vida- a ser un contrarian (and right) cuando sea justo. Esto, usualmente lo vuelve necesario. Afronta sin complejos los costos asociados.
Sobre ser tu mismo (a pesar de los costos): recién partes tu adolescencia, no lo sabes, pero tu normalidad ha sido entender y disfrutar el mundo desde frentes diversos: has tenido amigos de raza blanca, negra, asiática, castiza; de diferentes nacionalidades: americanos, indios, chinos, singapurenses, chilenos, argentinos, brasileros, mexicanos, colombianos; de diferentes religiones: católicos, judíos, evangélicos, mormones, musulmanes, sikhs, hindúes, agnósticos, ateos; con diferentes particularidades: asperger, autismo, síndrome de down; has recibido -en tu casa y sin que te lo digan- gais y lesbianas; derechistas e izquierdistas, personas con credenciales o sin credenciales académicas; gente rica y gente pobre; con tatuaje y sin tatuaje; altos y bajos; gordos y flacos; peludos y de pelo corto. Siempre viste el mismo trato de cariño y de respeto. Siempre. Has estudiado en escuelas públicas y privadas. Visitado y vivido en diferentes partes del mundo. Has visto en vivo la NBA, la NCAA, la Copa América, la liga mayor, la Liga Chilena, la Copa Libertadores entre otras. Has visitado fantásticos parques temáticos, y has caminado por las calles del centro de varias ciudades con normalidad y sin miedo; has andado en bus, en metro, en tren, en avión, en yate, lo que resulte más efectivo. Has vivido en lugares donde no existen las armas, y te has sorprendido al ver tantas en tu país. Has sido local, inmigrante, y local que fue inmigrante. Has vivido una vida de privilegio, que un niño salvadoreño tiene muy pocas probabilidades de vivir (i.e.: el numerador es muy chico y el denominador muy grande). Esto te obliga a ser responsable -y leal con tu suerte-.
Llevas en tu forma natural de ser -como respirar- una mirada abierta, curiosa, cálida, respetuosa y compasiva hacia las diferencias. Estás vacunado contra la desconfianza y el prejuicio, contra el dogma, contra la tentación de sumarte al bullying cuando es lo más fácil y popular, contra la crueldad que sufren a veces quienes son diferentes al consenso social. Nunca -en el afán de ser aceptado por un consenso injusto- pierdas esta candidez tan tuya de ver la vida y las personas con cariño, sin importar quiénes sean, como piensen, cómo se miren o de donde vengan. No tengas miedo de quedarte solo. No va a pasar, estás en el camino correcto. Y si pasa, va a ser temporal. Trata a todos por igual, siempre. Es tu super poder, hijo.
Sobre ser feliz: es tu obligación.