Nuevo impuesto al borrego
2July 3, 2016 by Carlos Jovel
El Gobierno de El Salvador a través de decreto firmado por el Presidente, Salvador Sánchez Cerén y su Ministro de Economía, Tharsis Salomón López, aumentó el costo de energía de los salvadoreños en un 13%, con el argumento que destinarán los fondos para inversión social. Para entender la medida en forma aislada, una persona razonable, como mínimo cuestionaría la efectividad del vehículo elegido, el momento en que se hace, el impacto neto en la productividad del país y los usos que se darán a estos fondos para inversión social.
Sin embargo, en el contexto de los nuevos impuestos que nos ha impuesto –disculpe la cacofonía- el FMLN en sus siete años en el gobierno (al menos 20) lo mínimo que podemos hacer es detenernos a hacer cuentas. Haciéndolas, el gobierno sale muy mal: tuvo más recursos que cualquier otro gobierno, y la seguridad y los servicios públicos se han deteriorado a niveles alarmantes. Sin embargo, la retórica de los burócratas con poder se limita a cómo llevar más recursos al Estado. ¿Es que nadie habla de crecimiento, de productividad, de construir una agenda país de futuro? ¿En qué momento la vida se trató de asegurarse de no morir asesinado y de cuidarse el bolsillo de las rentas que nos imponen la Pandilla y el Gobierno?
La riqueza de los pueblos la construimos los individuos, que para administrarnos, nombramos y otorgamos el poder –limitado- a través de votos a un gobierno para que vele primordialmente por proteger nuestras vidas (de enemigos internos y externos), nuestra libertad, nuestro derecho a la propiedad y a buscar nuestra felicidad. Es para este fin que le dimos el uso exclusivo de la fuerza y la potestad de limitar la libertad con cárcel a aquellos que atenten contra estos derechos. ¿Quién le dijo a los poderosos en el gobierno que pueden cobrarnos por todo y todo el tiempo sin darnos cuentas?
El Secretario General del FMLN se equivoca cuando como justificación a imponernos la sociedad que los poderosos del partido-gobierno quieren dice que tienen “la sartén del Estado por el mango”. Ningún gobierno tiene esa potestad. También se equivoca el Presidente cuando desde su investidura dice que “estamos en pie de lucha, en defensa de la revolución bolivariana, del legado de Hugo Chávez”. No tiene la potestad de definir las simpatías, los apoyos, ni los gustos de los individuos en nuestro país. Se equivocan más los policías que de manera violenta ahogaron la libertad y el derecho constitucional de una tuitera a expresarse pacíficamente en contra del 13% de aumento a la energía.
Ante el uso ilegítimo del poder y de la fuerza, los salvadoreños tenemos alternativas, pero estas requieren sacrificio. Millones de salvadoreños ya escondimos de los saqueadores todo lo que teníamos: nuestro trabajo, nuestro ingenio y nuestros sueños, nos fuimos a sociedades más libres a construir una vida lejos de la familia y del país que amamos. No es fácil. Tampoco será fácil para quienes tienen sus empresas (el fruto del trabajo propio, del de sus familias, y del de sus trabajadores) arraigadas en El Salvador. Pero tienen alternativas.

Crédito Fotografía: Express UK
En el 1987, otros entendieron que la libertad no es gratis y aceptaron los sacrificios personales y económicos de plantarse a los saqueadores poderosos del momento: les pararon el país. Victor Steiner, en representación de la iniciativa privada, valientemente les dijo: “Realmente estamos hablando en serio. Si la situación lo demanda, llegaremos al paro indefinido”. El resultado fue determinante para que años después el país recuperara la sensatez, el rumbo, la libertad económica, la paz, y el crecimiento. Le llegó la hora -por el bien de El Salvador- a la siguiente generación de creadores de empleos de pronunciarse con fuerza y hechos ante los poderosos de hoy. Es justo y legítimo. Alternativamente, podemos obedecer una vez más, pretender que hay diálogo y aceptar este nuevo impuesto al borrego.
Me encantan sus palabras en este asunto, como siempre. Gracias por ser la voz de la libertad.
Excelente analogía. Yo voté por el frente. Pensé que harían algo mejor que lo visto por el gobierno de Funes pero me equivoque. Que nefasto gobierno, que inoperancia. Pero lo peor de todo es que nosotros mismos nos descalificamos. Ahora me dicen arenero si crítico las pésimas desiciones y exijo un cambio de rumbo. Estamos mal como población.